It is estimated that in Mexico the participation in wine production in terms of ownership of projects is around 3%, although in the tasks that correspond to the entire wine industry chain, the participation of women is much higher, at least a third of the industry is composed of women: from winemakers, winery managers, saleswomen, sommeliers, communicators, to tour guides on tours to wine routes.
It is common to believe that the history of wine was linked to the male side of civilization, but it was not always so, right at the beginning, the Sumerian people in ancient Mesopotamia, women, in charge of collecting the fruits, eventually fermented by accident their grapes forgotten in some corner of their cave, which they eventually consumed out of necessity and casually saw their worries fade away and knew the effect of their incipient wine. With the passage of time came the knowledge and refinement of this new elixir. For the Egyptians, royal women participated in the consumption of wine, but this excluded the other social classes, who drank beer. For the rest of the Western world, through the different stages of history, the wine was the work and pleasure of a patriarchal society.
The systematic exclusion of wine has fallen in this century, internationally, the Vin au Féminin movement emerged in France, has penetrated the industry in many countries. In Mexico we have seen great women leaders such as winemaker Laura Zamora or businesswoman and sommelier Sophie Avernin paving the way for more women to enter the industry with strong roles. Locally, San Miguel de Allende has projects led by women like Viñedo Dos Búhos or Cava Garambullo; winemakers like Lizy BordÃn and Natalia López dedicated not only to making wine but also to training and educating dozens of professionals; creative and inclusive restaurateurs and sommeliers; projects like catarSIS by MarÃa Félix that creates itinerant safe spaces for women around wine that also shows and empowers the role of women in the wine, culinary world and life in general.
I don't know why, but a wine, as well as a dish prepared by a woman, has rich and complex nuances that are difficult to match.
Arael Gómez Tello | Sommelier
Wine columnist for Insiders’ News
Actualmente, los paÃses ligados a la cultura del vino proveen en mayor o menor medida tratos de equidad de género, se estima que en México la participación en la producción vitivinÃcola en términos propiedad de proyectos ronda el 3%, aunque en en las tareas que corresponden a toda la cadena de la industria vitivinÃcola, la participación de la mujer es mucho mayor, al menos un tercio de la industria está compuesto por mujeres: desde enólogas, directoras de bodega, vendedoras, sommelières, comunicadoras, hasta guÃas de turistas en recorridos a rutas de vino.
Es común creer que la historia del vino estuvo ligada al lado masculino de la civilización, pero no siempre fue asÃ, justo en el inicio, el pueblo Sumerio en la antigua Mesopotamia, las mujeres, encargadas de recolectar los frutos, eventualmente fermentaron por accidente sus uvas olvidadas en algún rincón de su cueva, que eventualmente consumieron por necesidad y casualmente vieron desvanecer sus preocupaciones y conocieron el efecto de su incipiente vino. Al paso del tiempo vino el conocimiento y perfeccionamiento de este nuevo elixir. Para los egipcios, la mujer de la realeza consumÃa vino, pero este excluÃa a las demás clases sociales, quienes bebÃan cerveza. Para el resto del mundo occidental, a través de las diferentes etapas de la historia, el vino fue trabajo y placer de la sociedad patriarcal.
La exclusión sistemática del vino ha caÃdo en este siglo, internacionalmente, el movimiento Vin au Féminin surgido en Francia, ha penetrado en la industria de muchos paÃses. En México hemos podido ver grandes lideresas como la enóloga Laura Zamora o la empresaria y sommelière Sophie Avernin abriendo camino para que más mujeres entraran con fuertes roles en esta industria.
Localmente, San Miguel de Allende tiene varios proyectos dirigidos por mujeres como Viñedo Dos Búhos o Cava Garambullo; enólogas como Lizy BordÃn y Natalia López dedicadas además de hacer vino a formar y educar a decenas de profesionales; restauranteras creativas e incluyentes y sommelières propositivas; proyectos como catarSIS de MarÃa Félix que crea itinerantemente espacios seguros para mujeres en torno al vino que además muestra y empodera el rol de la mujer en el mundo enológico, culinario y d la vida en general.
Yo no sé a qué se debe, pero un vino, asà como un plato elaborado por una mujer posee matices ricos y complejos difÃciles de igualar.
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